De Vigo a Cerdeña en moto. Parte 3

En el ferry de Grimaldi.
Ya en el ferry de Grimaldi buscamos nuestro camarote, habíamos contratado una cabina para cuatro no compartida y aunque no teníamos ni idea de como iba a ser, esperábamos que tuviese cierta amplitud... Pues no, la cabina es enana, cuatro literas en un espacio mínimo y un baño en el que casi hay que entrar de lado, las mantas habían vivido tiempos mejores y en su día seguro que estaban limpias. Para colmo no vimos el aire acondicionado por ninguna parte y el calor allí dentro era sofocante. Bien, no pasa nada, era nuestra aventura y nos esperaban grandes cosas, así que nos reímos, dejamos el equipaje, nos quitamos la ropa de moto, nos pusimos algo más cómodo y subimos a cubierta. El barco no está ni bien ni mal, es un ferry no un crucero y lo que te queda es intentar disfrutar de las más o menos doce horas de travesía que dura el viajecito. 


Paseas por las cubiertas, curioseas en la tienda, te tomas algo y compruebas que en el barco todo es carísimo y te vas a descansar, nosotros sin aire acondicionado. La verdad, dormir, no dormimos mucho porque la sensación de sauna allí dentro era terrible, así que cada dos por tres alguno de nosotros hacía un viaje a cubierta y al amanecer ya estábamos todos arriba... ¡Después nos enteramos de que fuimos unos auténticos paletos y sí había aire, pero no lo habíamos encontrado! En fin, otra cosa para el recuerdo. Al final, y cuando ya el aburrimiento empezaba a pesar como una losa, avistamos Cerdeña y nuestro destino, Porto Torres. Nos avisaron que recogiéramos nuestros camarotes y esperáramos a que se abrieran las puertas de la zona de carga, una vez listos nos fuimos derechitos a las motos, preparamos todo, programamos el GPS y ahí fue un sálvese quien pueda. El desembarque es un poco peligroso porque sale todo a la vez, coches, camiones, motos... la cubierta resbala y no hay nadie que dirija, tonto el último y cruza los dedos. Conseguimos pisar tierra sin ningún incidente y pusimos rumbo a nuestro hotel en Sorso que estaba a 12 km del puerto. 

En Cerdeña. Castelsardo y las gasolineras "senza benzina"
La decepción fue tremenda ¡Era todo tan feo! Un desierto seco y descuidado, la carretera llena de agujeros daba miedo y eso que era autovía, teníamos la sensación de habernos equivocado en la elección de destino ¡Pero si todo el mundo hablaba maravillas de esta Isla! Para colmo nos equivocamos al poner el GPS y nos fuimos hacia Sassari ¡Pero si teníamos que ir a Sorso! con lo que perdimos un montón de tiempo al que hay que sumar el retraso en llegar a puerto, que fue bastante, casi dos horas. Una vez puesta bien la dirección conseguimos enfilar la ruta y la cosa cambió radicalmente. La carretera sencundaria seguía siendo muy mala, pero el paisaje se volvió mucho más bonito con las cunetas llenas de flores y un atisbo de lo que podíamos esperar de Cerdeña. Al final la SP81 nos llevó al hotel que ya habíamos reservado y pagado desde España, el Resort La Plage Noire, con tres horas de retraso, eso sí. 

Y aquí empieza otra aventura, llegamos a recepción y nos dicen que solo disponen de una habitación, que no hay más... ¿Cómo? Pero ¿Qué dicen? ¡Que las habitaciones ya están confirmadas y pagadas! Uno de nosotros habla italiano, así que pedimos hablar con el gerente, el director o quien sea, pero que de ahí no nos movemos y no había manera, que no, que no disponían nada más que de una habitación, pero que podíamos compartirla los cuatro y nos fuimos a verla porque lo mismo era amplia y tenía un sofá cama, pero no, no era así, una sola cama de matrimonio y nada más... y qué querían ¿qué durmiéramos por turnos? Decidimos tomar algo y pensamos en una estratagema, ya que llevábamos cámaras y el carnet de prensa de uno de nosotros, nos presentamos en recepción y les dijimos que estábamos haciendo un reportaje sobre Cerdeña en moto y que, por supuesto, no hablaríamos muy bien de su hotel, que era "Troppo Casino" (es de lo peor que le puedes decir a un italiano) y mira tú, apareció otra habitación como por arte de magia. La verdad, el hotel está genial, es un recinto muy amplio, al borde de la playa con chalecitos individuales y habitaciones básicas pero muy cucas con un porche donde relajarse por la noche antes de dormir, cuenta con un personal muy atento y amable, recinto vigilado donde dejar las motos despreocupadamente, piscina y un montón de servicios que no utilizamos pero que ahí están.

Ya instalados tuvimos que cambiar el plan de ese día, el retraso acumulado del barco, nuestro despiste y el jaleo del hotel nos quitó cinco horas y ya no pudimos hacer lo que teníamos pensado por lo que nos fuimos directamente a Castelsardo, 17 km por la SS200 que va bordeando la costa. Es una población increíble, situada en el corazón del Golfo de Asinara, colgada de un promontorio sobre el mar que aquí es de un espectacular verde esmeralda y desde el que se disfruta de unas vistas fantásticas. Es un pueblo medieval fascinante y pasear por sus callejas un placer que aumentará si lo acompañas de esos riquísimos helados que los italianos saben hacer tan bien.

Después de un par de horas recorriendo Castelsardo quisimos aprovechar bien el día y nos dirigimos hacia el oeste, rumbo a Stintino en la Punta de Su Turrione, un antiguo pueblo de pescadores, rodeado de playas de arena muy blanca. Nos incorporamos de vuelta a la SS200, enlazamos con la SP48 y después con la SP25 y justo antes de llegar a Porto Torres se nos hizo prácticamente de noche y ahí se acabó la excursión. Ya os conté que en Cerdeña, por lo menos en la época en la que estuvimos, las carreteras son muy malas, llenas de agujeros, sin pintar y con las cunetas en muy mal estado por lo que avanzamos demasiado lentos para los kilómetros que teníamos que recorrer. Para colmo, el depósito de la moto iba ya mediado y no hubo forma de encontrar una gasolinera que tuviese combustible ¡En todas las que encontramos colgaba un cartelito en el que ponía "Senza Benzina"! Madre mía, era sábado y nos dijeron que hasta el lunes no tendrían más... Cosas de Italia, pero el canguelo que pillamos fue mayúsculo y nos dio miedo seguir demasiado tiempo con la moto en marcha. Como se nos chafó el plan original, pensamos en otro y buscamos un restaurante donde cenar y darnos un homenaje con platos de la tierra. Esta vez la suerte estuvo de nuestro lado y dimos con un lugar fantástico, Il Pescatore en Platamona. Vimos la señalización en la carretera, nos dirigimos a él y dejamos las motos al final del camino. El restaurante no se veía por ninguna parte, era noche cerrada y no había iluminación, buscando encontramos una pequeña indicación que nos dirigía a través de la playa y nos pusimos en camino, un poco mosqueados, eso sí, porque no se veía nada, ninguna luz, nada y pensamos si estaría cerrado o nos habíamos equivocado. Al final lo encontramos y aunque parecía un barcito insulso desde fuera, resultó ser un local muy acogedor, a pie de playa y con el sonido de las olas rompiendo en la arena. Comimos como reyes, de todo y demasiado, acompañado de un vino blanco de la zona, un Vermentino di Sardegna DOC delicioso. Yo estaba disfrutando como una loca y sufriendo otro tanto, la que lleva el bote del dinero en el viaje y gestiona el presupuesto soy yo y ya estaba pensando que tendríamos que estar a pan y agua el resto de los días, pero no, la cuenta fue muy razonable, más que razonable, salimos a menos de 30 Euros por persona después de una cena de tres platos cada uno, postres, vino, refrescos y cafés. No está mal ¿No? Con esto terminamos el día, nos fuimos a nuestro hotel y dormimos como benditos soñando que al día siguiente surgiría el milagro de encontrar una gasolinera con gasolina.

Comentarios

  1. Deseando seguir leyendo vuestras experiencias, conocer vuestras rutas y vivir cientos de aventuras

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    1. ¡Muchísimas gracias! No sabes la ilusión que nos hace saber que os gustan nuestras aventuras. Pronto publicaremos más porque saber que nos seguís nos anima a continuar.

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