De Vigo a Cerdeña en moto. Parte 4. El viaje de las hormigas sardas

De Sorso a Alghero y la Gruta de Neptuno.
"El viaje de las hormigas sardas"
¿Alguna vez habéis visto una colonia de hormigas irse de excursión en moto? Pues nosotros sí, y no es broma. Nos levantamos temprano como siempre, desayunamos en el hotel, fuimos a recoger las motos y fue en ese momento cuando nos dimos cuenta que habíamos aparcado encima de un hormiguero. La moto estaba llena de ellas paseándose por todas partes y nos preocupó que pudieran entrar en el motor y fastidiarnos el día, y por otro lado, ir sentado encima de ellas y que se nos metieran por la ropa no era el mejor panorama para disfrutar de la excursión. En recepción pedimos un insecticida, pero no tenían así que como alternativa solicitamos a uno de los chicos de mantenimiento una manguera y a ver si con el agua podíamos deshacernos de ellas, y que si quieres arroz Catalina, alguna quitamos, pero la mayoría seguían tan panchas paseándose tranquilas. Era domingo y buscar una droguería o un supermercado no era opción por lo que nos pusimos en marcha con la doble esperanza de encontrar una gasolinera con gasolina y un insecticida. Nos dirigimos a Alghero en la costa noroeste de Cerdeña por la SS291 y luego por la SP42 atravesando viñedos y con las carreteras bordeadas de adelfas en flor. Al fin,  cuando ya estábamos desesperados pensando que nos quedábamos sin combustible, encontramos una estación de servicio ¡Con gasolina! pero sin insecticida. Repostamos, le dimos a la moto con aire a presión y las hormigas seguían con nosotros. Llegamos a destino y aparcamos en una alameda preciosa a la entrada de la ciudad vieja.

Alghero es una ciudad pequeña pero muy bonita, rodeada de antiguas murallas con su casco antiguo adoquinado y fantásticos edificios de estilo gótico catalán, conserva los rasgos arquitectónicos y urbanísticos de los territorios medievales que pertenecieron a la Corona de Aragón. A los pies de sus murallas se encuentra un magnífico puerto deportivo. Es la capital del coral rojo y lo puedes encontrar por todas partes, en piezas de joyería o en bruto. Paseamos por sus calles... buscamos un insecticida en cuanta tienda encontramos, no lo conseguimos, nos tomamos unos granizados (granita en italiano) y os juro que si los helados en esta tierra son excepcionales los granizados no tienen parangón. Queríamos llegar a la Gruta de Neptuno a unos 24 km, en el acantilado noroeste del Cabo Caccia y nos marchamos a por las motos con la decepción de tener que continuar el viaje con nuestras pequeñas amigas... Pero al llegar ¡No quedaba ni una! En serio, se habían fugado todas y llegamos a la conclusión de que querían cambiar de aires y buscaron un medio de transporte barato y rápido, nosotros. Las hormigas de Sorso se mudaron a Alghero y allí debieron de fundar una nueva colonia. Espero que les fuera bien.


Nos pusimos en camino con el ánimo de hacer una parada en alguna de las alucinantes playas de esta costa. Salimos por la SS127bis que nos llevó bordeando el mar, pero la operación playa se estaba poniendo muy difícil, siendo fin de semana no cabía un alfiler y nosotros buscábamos un poco de tranquilidad e intimidad. Los arenales de Fertilia, Spiaggia delle Bombarde y Spiaggia del Lazzaretto quedaron descartados y continuamos camino por esa misma carretera hasta encontrar una pequeña cala rocosa donde nos quedamos. ¡Qué agua! azul, verde, cristalina y con una temperatura perfecta donde disfrutamos como críos durante un buen rato en ese rincón para nosotros solos. Luego continuamos por la carretera que traíamos y cogimos la SP55 para dirigirnos a la Gruta atravesando el Parque Natural de Porto Conte. Aquí como te pases la hora de la comida estás listo, porque nadie te sirve y a nosotros se nos hizo tarde por lo que compramos en una tiendecita de un camping queso pecorino, salami y pan sardo, que es como una galleta y está de chuparse los dedos, os lo aconsejo, tenéis que probarlo. Esta ruta es digna de hacerse en moto, a un lado la vegetación arbustiva típica de esta zona, al otro las vistas alucinantes de la bahía con Alghero al fondo y curvas, muchas curvas ¡Genial!


La Gruta de Neptuno o Grotta di Nettuno tiene más de 10 millones de años y fue descubierta por un pescador local en el siglo XVIII, en ella se encuentra el segundo lago interior más grande de Europa. Para acceder a la cueva hay dos opciones: cogiendo el barco desde Alghero y que te lleva hasta la misma entrada o bajando los 654 escalones por el acantilado. El horario de visitas es de 9 a 19 h. son guiadas y te cobran 13 Euros por adulto y 7 Euros por niño. Merece la pena sobre todo por la bajada a través del cortado, aunque si tienes vértigo, como yo, lo vas a pasar mal, muy mal, aún así no me arrepiento de haberlo hecho. La cueva es muy bonita, y el lago impresionante, pero para los que conocemos las cuevas de estalactitas españolas ya os aviso que no las iguala. Terminada la visita no quedó otra que volver a subir los 654 escalones y aviso, cuesta, mucho, muchísimo, mejor te lo tomas con calma y reservas fuerzas, en serio, nosotros nos encontramos a más de uno al borde del colapso a mitad de camino por empezar la subida con prisas. Llegados arriba el día ya estaba terminando y queríamos volver con luz a ser posible, ya os conté que las carreteras no nos daban mucha confianza por los baches y demás. Volvimos a cenar en Il Pescatore, pero esta vez más ligero, pizzas, ensaladas de la tierra y su rico vino blanco de Alghero.

De Sorso a Santa Teresa Gallura y vuelta por Castelsardo.
Nuestro último día de turismo por Cerdeña lo dedicamos a la Costa Paradiso llegando a Santa Teresa Gallura. Hay varias carreteras que llevan hasta allí y nosotros elegimos la que va más pegada a la costa y que más curvas tiene... ¡Cómo no! Teníamos 82 km por delante y nos dispusimos a disfrutarlos a tope con paradas en alguna playa. Nos encaminamos por la SS200 y al pasar Punta Tramontana enlazamos con la SP90. El paisaje es espectacular, no vas totalmente pegado a la costa pero la divisas desde la altura y a nuestra izquierda se podían ver pequeños pueblos encaramados en las laderas rocosas y  éstas recubiertas de mirtos que aromatizaban el camino. El mirto en Cerdeña es una de las plantas más típicas y hasta hacen un licor con él. No lo probamos, pero seguro que estaba bueno.

Santa Teresa Gallura no tiene muchos monumentos destacados, quizás el más importante sea la torre de avistamiento aragonesa conocida como Torre di Longosardo. Ahora bien, el sólo hecho de pasearse por sus calles y plazas, parando a comprar algún recuerdo en sus tiendas y disfrutar de un riquísimo gelato, ya merece la pena.

Al caer la tarde cogimos el camino de regreso por la misma ruta y llegamos a cenar la entrada de Castelsardo. Elegimos un pequeño restaurante desde el que se veía el promontorio de la ciudadela y la puesta de sol que allí es alucinante. Tomamos las pizzas más ricas que probamos jamás y encima con un precio todavía más goloso, siento no acordarme del nombre porque me gustaría muchísimo hacerles algo de publicidad, se lo merecen. Ya con el estómago lleno y cansados de todo el día de excursión y el calor que pasamos, nos volvimos al hotel. Al día siguiente teníamos que coger el ferry de vuelta a Barcelona y la hora de embarque era a las 6:30 h de la mañana.

Madrugamos mucho y nos dirigimos a Porto Torres, eran las 4:30 h y ya estábamos en la carretera, con tiempo, pensamos, para no llevarnos sustos ya que el puerto estaba a 12 km de nuestro hotel. Pero el susto nos lo llevamos... y embarcamos de milagro... porque todas las indicaciones nos dirigían al puerto deportivo y no había manera de salir de allí, estábamos en bucle y nos tiramos casi dos horas dando vueltas sin encontrar la forma de localizar la entrada al embarque. Al final, y en un alarde de suerte de última hora conseguimos ver un letrero en el que se señalizaba el embarque, porque sí, en Porto Torres hay dos indicaciones distintas, si sigues la que pone Porto, estás frito, tienes que hacer caso únicamente a las que pone Imbarco. LLegamos con los minutos contados, poco menos que me tiré de la moto para sacar las tarjetas de embarque en la terminal, salimos corriendo a la explanada y fuimos los últimos en entrar. El viaje de vuelta, sin novedad, pasando el rato tomando el sol en las hamacas, paseando por las cubiertas y curioseando otra vez en las tiendas. 

Y hasta aquí Cerdeña porque el viaje de regreso de Barcelona a Vigo es otra historia y merece un capítulo aparte. Ya os lo contaré.

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